APRETANDO LOS DIENTES
Cruzando la vida con los dientes
apretados, muy apretados, viviendo las experiencias más frustrantes, apretando
tanto los dientes que se desgastaron y ya no quedan. Mordida que se perdió por
la fuerza arremetedora de lo vivido.
Nunca pensaste que tu tierna infancia avecinaba dolor
y sufrimiento, llena de perdidas, abandonos, abusos y continuos castigos.
Todos estos, te mostraban un panorama poco alentador. Apretar los dientes era
el único mecanismo de defensa para enfrentar tal condición.
Sin embargo, aunque los dientes se hayan perdido,
nunca desapareció esta mirada triste que encerraba cierto vacío interior,
mezclado con algo de resignación y ensimismamiento. El mismo que al
final, fue la única defensa para evitar caer en la cadena de sufrimiento que
ahora se transmitía a la nueva generación.
Porque cada nueva generación trae consigo el legado
del pasado que le antecede, y carga con ello como parte de su propia historia.
Frente a la infancia perdida y la vida atada al sufrimiento queda la única opción,
seguir vivo, porque morir llevaría consigo esa carga de la que no se puede
desprender nunca, si estando vivo es al menos llevadera, estando muerto sería
un calvario de dolor, en donde la incertidumbre cobra el protagonismo
principal.
Sigues mordiendo con fuerza, con
la nueva dentadura que te quedó después de la guerra, los recuerdos siempre acecharán
para recordarte quién eres, de donde vienes y porque estas vivo, y la tristeza será
el único medio que te mantendrá aferrado a la vida por que estar cargado de sufrimiento
es una condición que genera dolor, autocompasión y deseo de ser reconocido.
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